miércoles, 14 de septiembre de 2011

MESOPOTAMIA

Astronomía mesopotámica.
Mesopotamia (del griego: Μεσοποταμία, meso-potamía, ‘entre ríos’, traducción del antiguo persa Miyanrudan, ‘la tierra entre ríos’, o del arameo beth nahrin, ‘entre dos ríos’) es el nombre por el cual se conoce a la zona del Oriente Próximo ubicada entre los ríos Tigris y Éufrates, si bien se extiende a las zonas fértiles contiguas a la franja entre los dos ríos, y que coincide aproximadamente con las áreas no desérticas del actual Irak. El término alude principalmente a esta zona en la Edad Antigua.

 En la limpia atmósfera de Mesopotamia, la Astrología tomó una forma parecida a la de nuestros tiempos. Hace más de cinco mil años que los sacerdotes-astrólogos de Babilonia se ocuparon en conocer el cielo e identificar a todas las estrellas visibles del firmamento, para ello los babilonios construyeron observatorios en la llanura que se denominaban zigurats (eran unas pirámides escalonadas), que datan desde el 2600 a.C.

La mayoría de las divinidades eran de origen astral. Los babilonios pensaban que los astros eran imágenes de los dioses y que podían influir en el destino humano, por lo que los observaban y les rendían culto. En Nínive y Babilonia hubo grandes observatorios donde los astrónomos y astrólogos documentaban, estudiaban y predecían con precisión eclipses y otros fenómenos, tal vez los primeros de los que hay constancia escrita en la historia de la humanidad.
COSMOGONÍA.

Los babilonios representaban a la Tierra como un disco y rodeada por el mar. En  su interior estaba el tenebroso y polvoriento reino de los muertos. Arqueado sobre la Tierra estaba el firmamento sólido, a través del cual se movían el Sol, la Luna y las estrellas.
En aquellos tiempos, el cielo y la Tierra estaban unidos; según la versión más antigua del mito, el dios de los vientos separó el cielo de la Tierra; en la versión más elaborada, esa hazaña le correspondió a Marduk, dios principal de los babilonios.

Determinar sus conocimientos astronómicos es más complicado debido a la escasez y fragmentación de las fuentes que han sobrevivido.


MITOS.

Al principio de los tiempos existía una enorme masa acuática de la que surgió la pareja primigenia, Apsu (agua dulce) y Tiamat (agua salada). Ambos engendraron a Lakhmu y Lakhamu, quienes, a su vez, dieron vida a Anshar ("totalidad de los elementos superiores" y Kishar ("totalidad de los elementos inferiores". De la unión de los dos complementarios nació Anu (el dios del cielo). Apsu se irritó tanto por el jolgorio de las deidades jóvenes que decidió aniquilarlas. Algunas divinidades descubrieron sus intenciones y trataron de impedir que las llevara a cabo. Anu hizo surgir los Cuatro Vientos y creó las olas para perturbar a Tiamat, mientras que Enki (dios de las aguas dulces) adormeció a Apsu y, tras encadenarlo, le mató. Tiamat envió a los dioses un regimiento de criaturas demoníacas y les retó a luchar contra Kingu (poseedor de la Tablilla de los Destinos). Sólo Marduk se atrevió a entrar en combate, pero impuso como condición ser erigido dios supremo. 

Tras vencer a sus adversarios y dar muerte a Tiamat, Marduk se convirtió en el creador del mundo. Dividió el cuerpo de su víctima en dos partes: con una construyó la bóveda celeste y con la otra formó la Tierra. Marduk intervino y dispuso las estrellas en constelaciones y configuró los elementos terrestres a partir de los órganos de Tiamat ("hizo fluir de sus ojos el Éufrates y el Tigris", "sobre sus pechos amontonó las lejanas montañas". Posteriormente, con la sangre de Kingu creó al hombre ("para que le sean impuestos los servicios de los dioses y que ellos estén descansados"

A cada astro se le atribuyen dioses. El dios lunar Sin, reina sobre la vegetación, los meses, los años, los días y el destino de los hombres. El dios solar Shamash es el amo de la vida, el señor de la justicia. Ishtar, dios del amor, corresponde a Venus. Los otros astros, fijos o errantes, son los "bibbus" o carneros, unos domesticados (estrellas fijas), los otros errantes o salvajes (plane­tas). Entre los segundos, la "estrella blanca" (Júpiter) es el creador de Mardukvdios protector de Babilonia. Su hijo y compañero Nabu es reconocido como Mercu­rio: es el dios que lleva el estilete de las tablillas del destino, el dios de las ciencias. Marte es Nergal, dios de los infiernos y de las armas, gafe de inquietante bri­llo rojo. Saturno, cuya marcha lenta es registrada, se asimila a un viejo Sol fatigado, Ninib, el estable, astro de la justicia y el orden. 

CRONOLOGIA.

3.500 a.C.: Evidencias de escritura realizadas en tablillas de arcilla o piedra. La práctica astronómica en Babilonia se inicia hacia el tercer milenio antes de Cristo (3.000 a.C.). Su máximo auge fue entre 600-500 a.C.

Destaca la mención en un texto de gramática que data del 2500 a. C. de Mul-Mul (en sumerio, “las estrellas”), refiriéndose a las Pléyades. Es el nombre más antiguo que conocemos para designar a un astro.

Durante el periodo babilónico antiguo (1830 - 1530 a.C. aprox.) destacamos el texto "Oración a los dioses de la noche". Se trata de un texto en acadio donde se mencionan 17 "estrellas" para su uso con técnicas adivinatorias. No es un texto astronómico, pero el orden de los dioses o "estrellas" es casi el mismo que aparecerá posteriormente en las tablas Mul-Apin.

En este periodo (1350-1100 a.C., principalmente) hacen su aparición las primeras representaciones clásicas de constelaciones, especialmente en los kudurrus (kudurreti en plural acadio, que significa “límite”, “frontera” o “territorio”). Un kudurru es una estela con valor de acta referida a donaciones de terrenos e inmuebles en beneficio de una comunidad o personaje importante. En estas estelas se representan los dioses mesopotámicos (semitizados) bajo símbolos propios de cada uno garantizando la validez del documento. Estos símbolos introducidos durante esta época permiten una identificación directa de cada dios, incluso por parte del pueblo, la mayor parte analfabeto. En algunos de estos kudurrus los símbolos de los dioses aparecen distribuidos aparentemente siguiendo la distribución de las constelaciones en el cielo. En estos kudurrus podemos ver algunas de las representaciones más antiguas confirmadas de las constelaciones, como Águila, Hidra, Escorpio, Tauro, Triángulo, Leo, Sagitario, Capricornio o Acuario. En concreto, se puede decir que seis de las constelaciones zodiacales clásicas tal y como las conocemos, provienen claramente de este periodo (aunque su origen es seguramente muy anterior): Tauro, Leo, Escorpio, Sagitario, Capricornio y Acuario.

Hacia el año 1700 a.C. se destaca la adopción del sistema sexagesimal en el cual dividieron el día en 24 horas iguales, las horas en minutos y segundos.

Durante el periodo asirio (883-612 a.C. aprox.) se redactan las famosas tablillas Mul-Apin,“estrella arado”: se llaman así por comenzar con el nombre de esta constelación, equivalente a nuestro Triángulo. La más antigua es del 687 a.C., aunque fueron compuestas con seguridad alrededor del año 1000 a.C. dichas tablas incluyen entre otras cosas:
·         Catálogo de estrellas: 33 estrellas de Enlil, 23 de An y 15 de Ea. Se incluyen asterismos, constelaciones y planetas.
·         Fechas de salidas heliacas: los cálculos de estas fechas sugieren una redacción que se remonta a finales del II milenio a.C., ya que según la precesión de los equinoccios estas fechas habrían sido distintas para el periodo neo-asirio.
·         Pares de constelaciones (mientras una sale, otra se pone).
·         Intervalos de tiempos entre salidas heliacas.
·         Pares de constelaciones que se hallan al mismo tiempo en el cénit y en el horizonte, de acuerdo, según cálculos modernos, para el año 1000 a.C. (latitud 36º N, la correspondiente a Assur, la capital del Imperio Asirio).
·         El "camino de la Luna", es decir, el zodiaco.
·         Planetas y sus ciclos.


Aparecen unas tablillas de la Biblioteca de Nínive que tratan de astronomía y astrología babilónicas y caldeas. También registraron en paso del cometa Halley en el año 164 a C.

Otro ciclo observado por los babilonios era el derivado de la Luna. Este ciclo era quizás el más importante y utilizado. El ciclo lunar de 28 días estaba partido por cuatro, que se corresponde con las cuatro fases de la Luna; nueva, creciente, llena y menguante. Estos cuatro momentos temporales señalan los puntos críticos del mes lunar.

Calcularon cuantas Lunas o cuantos soles entraban a completar la medida del cielo y hallaron 360 pasos o espacios en el cielo. De esta medida celeste procede la división de la circunferencia en 360º.

El descubrimiento del ciclo de Saros (período de 223 lunas, lo que equivale a 6.585,32 días -algo más de 18 años y 11 días- tras el cual la Luna y la Tierra regresan aproximadamente a la misma posición en sus órbitas, y se pueden repetir los eclipses), en este contexto, esta es una de las contribuciones más notables de la astronomía babilónica.

763 a.C.: Conocen la periodicidad de los eclipses de Sol. Hay evidencias de la observación del eclipse solar del 15 de junio.

721 a.C.: Astrólogos de la corte de Nínive predicen la ocurrencia de un eclipse de Luna (19 de marzo).

607 a.C.: La caída de Nínive, divide en dos a la astronomía sumeria. Las etapas anteriores, con una astronomía primitiva vinculada a aspectos mágicos y posteriores a ella, con el registro sistemático en tablillas, del curso aparente de los astros.

Hacia el 400 a.C. comprobaron que los movimientos aparentes del Sol y la Luna de Oeste a Este alrededor del zodíaco no tienen una velocidad constante. Parece que estos cuerpos se mueven con velocidad creciente durante la primera mitad de cada revolución hasta un máximo absoluto y entonces su velocidad disminuye hasta el mínimo originario.
Los babilonios intentaron representar este ciclo aritméticamente dando por ejemplo a la Luna una velocidad fija para su movimiento durante la mitad de su ciclo y una velocidad fija diferente para la otra mitad.
Perfeccionaron además el método matemático representando la velocidad de la Luna como un factor que aumenta linealmente del mínimo al máximo durante la mitad de su revolución y entonces desciende al mínimo al final del ciclo. Con estos cálculos los astrónomos babilonios podían predecir la luna nueva y el día en que comenzaría el nuevo mes. Como consecuencia, conocían las posiciones de la Luna y del Sol todos los días del mes.

340 a.C.: Kidenas, uno de sus más notables astrónomos, realiza las primeras consideraciones observacionales y teóricas sobre la Precesión de los Equinoccios.

270 a.C.: Beroso introduce la astrología en los cánones babilónicos. A partir de esta fecha, la astrología estuvo ligada a la astronomía como una función de Estado.

En esos tiempos, matemática, astronomía y religión formaba un solo cuerpo de conocimiento. La astrología era la síntesis de esta trilogía. Para este pueblo antiguo existía una relación entre la vida humana y la posición de los astros en el momento de su nacimiento, por ello era preciso conocer cuál es el astro que sale en el instante del nacimiento. Aquí nació una astronomía de posición, los babilonios no buscaban una explicación geométrica, como después harían los griegos, sino una clave que les permitiera encontrar de manera mecánica la posición de un cuerpo celeste en un momento dado. De aquí nace el uso de las efemérides, por eso se afirma que la astronomía mesopotámica, era ante todo astrológica, aritmética y posicional. Los conocimientos de los caldeos se extendieron más tarde hacia los griegos.

EL ZODIACO.

Los primeros calendarios mesopotámicos se cons­truyen conciliando días, lunaciones y años. Compren­den 12 meses que comienzan con la primavera. 
El día está dividido en 12 partes iguales de una ho­ra doble, dividida en 60 dobles minutos según el cálcu­lo sexagesimal adoptado aquí por vez primera y que más tarde se impondría en todas partes. 
Empleaban un calendario sol lunar con doce o trece meses de 29,5 días. Estos meses comenzaban con la visión del primer perfil del creciente lunar. El año babilónico comenzaba al llegar la primavera. Conocían por supuesto a cada uno de los planetas y sus ciclos.
El círculo graduado se divide en 12 partes iguales y el primer zodíaco descubierto está fechado en 419 a.e. El punto de partida de los signos del zodíaco es una es­trella fija brillante (y no el punto vernal de la actualidad = zodíaco trópico); se trata, pues, de un zodíaco sideral.

Resumimos en la forma siguiente lo que se puede reconstruir de los 12 signos del zodíaco en esta época. 

- Aries: los antiguos pueblos pastores, ven una correspondencia entre el retomo de la primavera, la transformación de la Tierra y la proliferación de rebaños. 
- Tauro: este signo provendría de los criadores de ganado mayor de Asia Menor. Habría estado ligado al culto solar introducido por los sumerios procedentes del Este. Se encontró en sellos la representación de Tauro y Escorpio: a los 3000 años a.C., el Sol salía en la constelación del mismo nombre el 21 de marzo.
- Géminis: este nombre se encuentra en antiguos textos cuneiformes. De dragón bicéfalo para los semitas del Norte, se convierte en dos hombres, no se sabe bajo qué influencia. 
- Cáncer: primero cabezas juntas de un dragón macho con cabeza de buitre y de una hembra con cabeza de león, se convierten luego en la imagen de un cangrejo. 
- Leo: en antiguos frisos de Babilonia el león adopta a menudo la forma de un demonio. Pasa a ser león como animal real, símbolo de los soberanos que reinan sobre Mesopotamia. Tal vez hubo una asimilación entre el poder real y el del Sol en el apogeo de su fuerza. 
- Virgo: vemos en este signo un vestigio del con­cepto matriarcal que dominó durante largo tiempo en el mundo mediterráneo preindoeuropeo, desde España hasta el Eúfrates. La diosa de la fecundidad se transfor­ma en una Virgen, adorada bajo el nombre de Ishtar por las mujeres de Babilonia. 
- Libra: se trataría de un signo reciente, pues la epopeya de Gilgamesh no lo menciona. Correspondería primero al "sostenedor de Balanza" que representa al mercader de las primeras grandes ciudades de Mesopotamia. 
- Escorpio: el escorpión fue un animal muy temido en Babilonia, pues los anales citan muertes reales provocadas por su picadura. En los valles de Acadia se le denomina Girtab, (el que pica). 
- Sagitario: los babilonios lo representan como un signo híbrido, dotado de cierta majestad. Los griegos lo transformaran en Centauro. 
- Capricornio: en Mesopotamia se trata de un ser doble, una especie de pez-cabra temido. Los griegos lo convertirán en una simple cabra más benévola, correspondiente a las pedregosas soledades del país. 
- Acuario: en Babilonia se lo representa bajo la forma de un hombre arrodillado volcando la lluvia de una urna. Más tarde será el portador del ánfora que trae las inundaciones. 
- Piscis: se relaciona con los pescadores del Eufrates y el Tigris, quienes habrían encontrado corres­pondencias entre esta constelación celeste y la época de la freza en los ríos. 

Equipo 1.

Avendaño Santiago Mario.
Frausto Santiago Kevin Emmanuel.
Hernández Cortes Erik Daniel.
Noria Sánchez Ángel.

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